Un tipo fantástico
Hace unos pocos días fui a Valencia a dar una conferencia en Homenaje Pyme 2014, cuya organización quiero aprovechar para decir que fue todo un éxito.
En uno de los desplazamientos tomé un taxi y tuve la suerte de conocer a un tipo extraordinario, Agustín, que me explicó como había dejado su profesión de ingeniero informático para convertirse en profesional de este servicio público hacía dos años, rondando ya los 49 por aquel entonces.
Como me pareció una persona sincera, no dudé en desarrollar la conversación y preguntarle sobre el por qué había dado ese paso, a lo que me contestó que lo que había estudiado le gustaba pero que no era del todo feliz y que ahora se sentía libre, dueño de su tiempo. Me pareció genial su capacidad de simplificación para describir su valor fundamental en lo laboral y amar su profesión: sentirse libre. Pero yo le insistí en que parecía más probable que se ganase bien la vida mejor con su profesional inicial y que eso hacía que el cambio me pareciese más sorprendente, a lo que me espetó sin dudarlo un segundo que estaba satisfecho de lo que había sido su vida como informático, pero que notaba que en ella tampoco podía dar más de sí.
Otra nueva genialidad: Agustín, además de conocerse bien y ser sincero consigo mismo, supo ver que había llegado a su límite en su anterior actividad.
Pero para defender su nuevo trabajo de taxista, lo cierto es que no dijo ni una sola cosa negativa respecto de lo que había sido su anterior vida profesional, al contrario, me dijo que su formación de ingeniero le había permitido ser probablemente el taxista mejor informado de Valencia, y disponer de una base de datos que se había ido creando que le permitía saber cómo hacer su trabajo de manera más inteligente, con unos itinerarios con mayores probabilidades de éxito.
Y esta fue la tercera genialidad de Agustín: supo utilizar todo su know how anterior en pro de su nuevo destino profesional.
Conocer a Agustín me permitió comprobar una vez más que cuando nos hacemos dueños de nuestro destino, creemos en nosotros y somos coherentes con nuestras actuaciones, la vida nos sonríe. Me siento afortunado de haberte conocido, Agustín, y, aunque no lo sepas, para los que nos dedicamos al desarrollo personal, eres un ejemplo y ha sido una suerte haberte encontrado. Vaya, que formas parte de ese grupo de gente fantástica que vale la pena conocer, ¿no creéis?
Bonita historia con mensaje a tener en cuenta